El enigma de la identidad

**Daniel Vidart

La diversidad social compuesta por indígenas, europeos, negros, criollos e inmigrantes en general conforma un camino intrincado para el análisis y toda afirmación puede caer en razonamientos ambiguos.
Más de tres siglos de dominación, desde la colonización hasta los procesos de independencia, dejaron una marca indeleble en la conformación de las futuras naciones.
La llegada a las Indias encabezó una sustitución cultural y como tal designó indio a los habitantes de esas tierras.
La identidad del indio no es otra cosa que una imagen impuesta. Ni un hombre racial ni tribal ; simplemente un hombre vencido (...) "los españoles se limitaron simplemente a transformar las poblaciones autóctonas en extranjeras, a convertir a los hombres en extraños en su propio mundo".

A todo esto las luchas por la independencia perfilaron fronteras que disgregaron a pueblos enteros.
Habían comenzado el largo camino del olvido.
Sin embargo no fue más sencilla la senda del negro traído para ser esclavo.
Su origen no revestía importancia, tampoco su religión, su valor era calculado por metro y sólo los igualaba el color.

¿Qué hay de los criollos ? No eran hispanos pero de ellos descendían. Americanos al fin, pero con sangre medio india al decir de los españoles, quienes a su vez, despreciaban a indios, negros y mulatos. Pese a ello el criollo sólo representa a los primeros descendientes de hispanos para diferenciarse de las fuertes corrientes inmigratorias de fines del siglo XIX. Gallegos e italianos quieren "hacer la América".
Sus hijos, con educaciones y estilos diferentes, habrán creado un nuevo estereotipo, una América Latina distinta.


Todo esto hace difícil pensar en la existencia de una raíz. ¿Dónde está su lugar? En las culturas indígenas, España, Portugal, Francia, Italia o en el color de África. Ríos de tinta corrieron y correrán sobre el tema. Realidades dispares engloban nuestras tierras y nos invitan a pensar en una identidad en constante formación. La respuesta quizá esté en el futuro".

El enjambre de ensayos sobre quiénes somos -o pretendemos ser- los uruguayos confronta los arquetipos históricos propuestos para caracterizar los rasgos y acentos de nuestra identidad nacional con las distintas evaluaciones, propias y ajenas, acerca del cómo somos.

IDENTIDAD LOCAL

En cada pago hay paisajes peculiares, paisajes maternos, forjados a lo largo del tiempo por las operaciones que los lugareños, o sea los paisanos, los hijos de aquellos pagos y los constructores de esos paisajes, efectuaron en los geosistemas, los biosistemas y los propios antroposistemas.
Lo que va alrededor de los seres y las cosas del lugar es el ambiente.
El ambiens, voz latina, deriva de amb- ire, esto es " ir en torno de algo" (amb, alrededor; ire, marchar, andar)
. Estos ambientes están integrados por elementos naturales y elementos artificiales, por lo que ofrecen espontáneamente la naturaleza inanimada y la naturaleza viviente y por lo que agrega, pragmática o instintivamente, racional o irracionalmente, la cultura del hombre, convertido muchas veces en el vándalo de su propio medio.
De tal modo se habla de ambientes naturales y artificiales, apropiados para la vida y contaminados o riesgosos para la vida, intervenidos y construidos, alterados y recuperados, etc.

Todo lugar, todo pago, tiene su paisaje y ambiente propios, su identidad y tradición propias. La identidad es una característica psicocultural que se copia a sí misma en el tiempo y en el espacio.
Pago, paisaje, paisano, ambiente y tradición constituyen todo un sistema interactuante.

Nuestra localidad, posee individualidades propias, pese a la pequeñez territorial y a lo relativamente homogéneo de su población, que tiene como fondo en un principio, la mezcla de indios, negros y criollos, y luego el importante y definido aporte de los inmigrantes.
Esos caracteres locales y comarcales constituyen un anclaje en la profundidad vertical de la historia y en la diversidad horizontal estudiada por la geografía.
Es menester tenerlos siempre al día, rescatarlos del olvido al paso de los años, enseñarlos y explicarlos a los que vienen.
El quiénes somos se complementará así con el cómo somos, y ambos acentos étnicos reclamarán entonces el dónde socieconómico y el cómo político.

Es tiempo ya de buscar una estrategia y una metodología - o simplemente hurgando en la memoria y en los recuerdos - para que los artiguenses reconstruyamos la historia de nuestra ciudad, de nuestros pagos, de los paisajes, y de las mujeres y hombres que hicieron posible esta realidad.

Debemos devolver a las nuevas generaciones , mediante la confección de historias de vida y el buceo en la memoria de los ancianos lúcidos, los momentos críticos o felices padecidos por la comunidad del pasado y el proceso de formación de los paisajes culturales.

Paralelamente, una tarea con acento didáctico ha de ser emprendida, para que los niños y jóvenes conozcan, y ayuden a conocer, el desarrollo de las instituciones, la vida social, las modalidades del idioma y las influencias externas que nos han acompañado en este siglo y medio de existencia hasta esta actualidad temerosa, con advenimiento de la revolución cibernética, la globalización y la apoteosis de la comunicación.

Todo lo vivido, ha marcado los diferentes cambios y la evolución sufridos al paso de los años, en la vida cotidiana, en la economía, en la política y en la educación. Para comprender el qué y el por qué de nuestra identidad, y para tener una base para nuestras razonables utopías, es preciso conocer nuestra historia.
El saber debe refrendar a la experiencia. Y a partir del saber y del prever, se abrirán los caminos del futuro.

**Daniel Vidart
(1920 – Paysandú, Uruguay)
Antropólogo, docente, investigador, ensayista y poeta. Estudió en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República, Uruguay, y en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Colombia.
Fue docente en el campo de Ciencias Geográficas, Sociología Rural, Sociología Urbana,  Antropología Cultural y Ecología Humana.  Investigador y docente en Universidades y otras instituciones académicas de Uruguay, Chile y Colombia. En 1985 fue designado Profesor Honorario y Perpetuo  de la Universidad Nacional de Colombia.