* Una noticia aparecida en el diario montevideano "El Siglo" del 2 de agosto de 1867, revela que San Eugenio tenía ya dos carpinterías, tres zapaterías, una fábrica de tejas, dos hornos de ladrillo y dieciséis casas de negocio, varias de las cuales giraban con un capital de cuarenta a cincuenta mil pesos.
Faltaba una botica.
* El 10 de abril de 1874 la Comisión Auxiliar aprobó la moción de colocar cuatro faroles alumbrados con queroseno en la plaza pública: el 4 de julio se resolvió que en lo sucesivo las manzanas del pueblo se dividieran en ocho solares (seis de treinta y tres y tercia varas de frente por cuarenta de fondo y dos de veinte varas de frente por cincuenta de fondo); el 18 de octubre de 1875, en vista del estado del país y de los individuos que merodeaban por los suburbios de la villa, estando los intereses vecinales expuestos a ser acometidos en cualquier momento, se acordó por unanimidad nombrar una Comisión para organizar patrullas a cargo del vecindario: el 21 de febrero de 1876 se decidió la colocación de un farol en cada bocacalle, en los puntos más necesarios, en un número total de 22.
Ya se había contratado su adquisición a siete pesos con setenta y cinco centésimos cada uno, incluyendo la lámpara y el pescante.
* También se acordó, que en virtud de no haber sepulturero en la villa, se invirtiese el sueldo de éste en queroseno para el alumbrado, para no gravar al vecindario.
Un integrante de la misma, Bartolo Ipar, cedió a la oficina un escudo nacional.
* El 14 de enero de 1879, ante la invasión de la langosta, se resolvió designar dos comisiones, una para el pueblo y la otra para las chacras, a cuyo cargo quedaría la tarea de combatir la plaga.